martes, 19 de agosto de 2008

Las misteriosas historias de charles - Episodio 5

Una vez en Japón cogí mi mapa y analicé la situación llegando a una clara conclusión: Tendría que usar transporte público constantemente. Así que me saqué el "One day past" ticket que sirve para coger metros todo el día.

Lo que yo no sabía, es que en ese momento el alemán y el canorro estaban recibiendo un email en su móvil con mi foto, así que si volvía encontrármelos nada bueno podría pasar.

Lógicamente como suele ocurrir, antes de llegar a Tokyo tuve una hora más de tren. Los aeropuertos siempre están lejos del centro, contaminación acústica y eso.

En fin cogí la linea de Asakusa y acabé en un doko line. Estaba desorientado y perdido en las calles de Japón, sin saber japonés y apenas inglés... Decidí buscar alojamiento, así que intenté preguntar a los transeuntes, en concreto a un chaval de unos 17 años, pelo rojo teñido y pinta de dibujo manga, me llamó la atención por su brillante aparato dental:

-Hello, Hotel? Where can dormir por aqui?
-...- Se quedó pasmado, no había entendido nada, seguramente porque no sabía inglés el pobre.
-Hotel? Where? Ajandenauer?
-...
-Es una fieshta?
-Tú no meteru conumigo poru llevaru aparato, caracuro.- Dijo en español con su acento japonés.

Parece que lo último le había ofendido, así que tras esa mala experiencia seguí preguntando, hasta que al final una japonesa de unos 16 años que sabía inglés me pudo ayudar.

El hotel era un poco pequeño pero realmente bien cuidado. Se respiraba eficiencia y calidad por los cuatro costados. Subí a mi habitación, deshice mi maleta, me quedé en gallumbos y me tumbé... Como estaba hecho polvo me dormí apenas sin quererlo.

Estaba soñando que estabamos John Travolta, Stallone (en su época setentera) y yo bailando al son de los Bee Gees. Stallone entraba a una jaca tremenda y esta le rechazaba, Travolta y yo nos mirabamos y sonreíamos. De repente empecé a oir unos golpes en mi sueño, a los pocos segundos desperté y resultó ser mi puerta. Eran el cani y el ruso, me habían encontrado, no sabía como pero me habían encontrado.

Sin darme tiempo a ponerme los pantalones bajé por la escalera de incendios, con mis calzoncillos de cabezas afro y una camiseta de tirantes. La gente por la calle estaba flipando en colores, un español con pelo afro, en ropa interior corriendo como un poseso.

Casi me alcanzaban y me metí en un salón de té donde te atienden jovenes japonesas disfrazadas de criada. Cuando entré con mi nabo zarandeándose de un lado a otro sembré el caos y en seguida salieron dos japoneses con pinta de yakuza y me indicaron que me marchara. Por supuesto salí corriendo, lo último que necesitaba era pelea con esos tipos.

Salí por patas con el badajo ondeado y mirando hacia atrás, los matones estaban cada vez más cerca. Como iba mirándoles choqué frontalmente con alguien, era la chica con la que anteriormente había entablado una pequeña conversación en el aeropuerto. Cuando creía que se sorprendería de verme me sorprendí yo.

-Vamos, no tienes mucho tiempo, acompáñame.

Yo me quedé loco y por supuesto la acompañé.

Cuando estabamos cruzando un puente se escuchó un disparo y ella cayó al suelo.

-Huye, lo importante es que tú te pongas a salvo, yo sólo soy un peón.
-Pero...
-¡VETE!

Yo la hice caso, me dio pena pero en ese momento tenía la sangre congelada, si habían tenido el valor de matar sin pestañear a una chica, con el amor que me tenían a mí iba a ser muy doloroso.

Corrí, corrí y al final... La jodí, me di de bruces con un callejón sin salida. Me iban a pillar, no tenía nada que hacer así que por si la policía me encontraba, saqué una grabadora de mi pelo afro, le di al REC y la guardé.

Esto es lo que se pudo oír:


Continuará...

No hay comentarios:

Publicar un comentario