En fin, tras las incontables putadas que me habían ocurrido, estaba claro que no era mi destino saber todavía que estaba pasando. Yo como soy bastante supersticioso lo acepté y decidí aventurarme sobre lo único que tenía, Japón.
Me dispuse a hacer la maleta, así que abrí mi armario y metí unos cuantos gallumbos, ropa fashion, zapatillas, zapatos por si tenía que ir a algún sitio elegante, cámara de fotos -ya que iba al extranjero por primera vez, que menos-, gafas de sol... Y un sin fin de cosas más.
En otra maleta metí lo importante, es decir, los productos de cuidado capilar. Así es, no lo he mencionado, pero mi tupida melena afro es lo que más aprecio en este mundo, más incluso que mi vida y mi familia. Os sonará estrambótico, pero es la realidad, no imagino mi rostro sin esta hermosura.
Tras hacer la maleta cogí un autobus y me dirigí a la estación de Barajas, en Madrid. Compré el billete, un batido de vainilla, la revista rolling stone y me senté en un banco del aeropuerto. Mientras leía un curioso reportaje sobre Carlinhos Brown, un tipo con mucho ritmo, escuché algo que no me gustó nada, al principio no le di importancia, pero más tarde me parcate de que algo no iba bien, así que cogí mi móvil y grabé la conversación, conversación que os dejo a continuación para que veáis el nivel de terror que corría por mis venas:
Después de esto pensé en abandonar el aeropuerto y buscar una forma más sencilla de viajar a Japón, pero no quería huír, si estaba en esto tenía que afrontarlo. Además el único rasgo que parecían tener sobre mí era mi pelo afro, bastaba con no ponerme en su campo de visión e intentar pasar desapercibido. Así que cogí mi billete y embarqué.
Bien... Aquí viene lo peor de la historia, me siento en mi butaca, me pongo los cascos para escuchar algo de música y al abrir los ojos... ¡Tadá! Estaba el ruso y el cani, uno a cada lado. Automáticamente el tufo que desprendían mis calzoncillos debía ser inhumano, yo en medio de un sandwich de asesinos a sueldo... No me lo podía creer. Pero aún así no podía sucumbir al pánico, así que intenté tranquilizarme y seguir con mi plan de discrección y naturalidad ante todo. Entonces el ruso se me acercó al oído con toda naturalidad y me dijo "Vamos a matarte...", yo aquí pensé en coger un paracaídas y saltar del avión, pero sus segunda frase me tranquilizó un poco... "¡De risa! Verrrrás graciosos que somos mi companyero y yyyyo". El cani me puso el brazo por encima del hombro como si me conociese de toda la vida mientras el ruso se pimplaba chupitos de vodka y hablaba de la madre patria.
Antes de que nos diesemos cuenta, cuando yo ya creía que les iban a echar del avión como a unos Melendis cualquiera, la azafata anunció que haríamos escala en Frankfurt. Yo me alegré porque así podía estirar las piernas un rato y de paso separarme de los dos machacas que tenía encima. Bajé del avión y me fui a comerme una hamburguesa. Mientras me la comía se me acercó una chica y empezó a darme conversación.
-¡Uy! Que pelo tan chulo, ¿De dónde eres?- Me sonreía y miraba a los ojos mientras lo decía.
-Móstoles.
Fui un poco seco, pero realmente no me fiaba de nadie ya. Y menos de una desconocida.
-Yo soy de Majadahonda, estamos cerca... ¿Y dónde vas?
-Lejos... Tengo asuntos pendientes.
-Ah... Bueno... Yo voy a Japón. -Pensé que era demasiada casualidad, así que me la quité de encima.
-Ajá, si me disculpas... Me gustaría terminarme esto tranquilamente.
-Bueno, bueno... Ya me voy, no hace falta ser tan borde.
-Gracias.
Al rato, una vez terminada la hamburguesa me marché para volver a embarcar. Cuando me disponía a sentarme algo hizo presión en mi cuello, no podía respirar, me estaban asfixiando.
-¡Eres tú! ¡Tú! ¡Te vy a matar cagontosmismuertos y los tuyos pisaos!
Era el cani de 25 años, me estaba estrangulando, era evidente que ya sabía mi identidad.
-¡Tú! ¡Tú eres el que ma mangao mi litro serversa!
En efecto, era así de tonto. Menos mal que su amigo ruso estaba ahí, le dio con su dedo en el hombro, el cani le miró y el ruso le señaló su asiento. Sí... Estaba su litro ahí, encajado, seguramente porque se le había quedado al levantarse y no se dio cuenta. Así que me soltó y pude respirar de nuevo.
-Me vuervo loco con la serversa, es que me la tocan... ¡Y mato, fihate lo que te digo!
Yo le miré con cara de pocos amigos... Después del susto como para darle encima una palmadita en la espalda, no te jode...
-Illo perdoname, venga, perdoname.- Se acercó a darme un abrazo.
-No hombre, no te molestes, te perdono, pero no hace falta...
Dio igual, antes de decir nada más ya me había abrazado.
En fin... Que pasado todo el lío nos sentamos y como iban bastante puestos se quedaron dormidos. Yo no sabía que podía ocurrir si me quedaba dormido, así que decidí quedarme despierto y alerta... Cuando llegamos, ellos seguían adormilados, así que yo cogí mis dos maletas, la de ropa y la capilar y salí disparado. Desembarqué y me maravillé viendo el amanecer por donde el sól salía.
Estaba en la tierra del sol naciente y decido a averiguar que narices está pasando en mi vida, que o quién es mi chica y porque en Tokyo... Todo gira en torno a esta ciudad, algo me huele mal... Espero equivocarme pero bueno, muy pronto lo sabremos todo.
sábado, 16 de agosto de 2008
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