Exilio - Día 1
Después de un largo día apenas tengo fuerzas para escribir, pero ahora es lo único que me diferencia de un granjero. Aquello que tan pesado me parecía cuando mi padre me lo enseñaba, ahora es mi único refugio a mi cruda realidad.
Cuando me levante aun no había salido el sol y mi cabeza no paraba de dar vueltas. La noche anterior mis compañeros de tienda habían robado vino al sacerdote que nos bendeciría antes del combate y digamos que no fue una noche de reposo previa a lo que se avecinaba.
Los generales y los caballeros mas condecorados se movían rápido por el campamento querían que estuviéramos en nuestras posiciones antes de que el sol saliera. La batalla contra el "enemigo invasor" estaba cada vez mas cercana.
Los motivos de esta batalla la verdad me daban bastante igual, quizás porque nunca me interesó la política que llevaba nuestro Rey, un mujeriego que su padre no vio con buenos ojos que se casase con aquella princesa de tan poca categoría, pero es algo que nunca me atrajo y menos ahora.
Normalmente suelo estar rodeado de grandes guerreros, que intento que sean más altos y mas voluminosos que yo, mayormente para protegerme de flechas desviadas y para no ser visto cuando huyo del campo de batalla. Pero esta batalla me iba a resultar bastante difícil de evitar.
El General Rodrigo, era conocido por sus técnicas suicidas, que misteriosamente salían bien. A mi me daba igual que se ganase o no, sino el número de bajas y las palabras batalla y suicida no me albergaban nada bueno, tanto es así que el General estipuló que los soldados y caballeros menos condecorados fueran delante, para así defender a los grandes soldados y caballeros de nuestra "bella nación".
Esta orden no me hizo mucha gracia, porque me tocaba a mi ir delante. Cuando me vi en primera fila con el ejercito del país de Mushin delante mía. Me sentí solo, desprotegido, quería desesperadamente salir de allí. Mi nación me importaba bastante poco y la verdad no quería verme envuelto en una sangría, que podía ser echa con la mía.
Así que me fije bien en que a mi derecha se vislumbraba un bosque bastante frondoso y oscuro algo que me venía bastante bien para escapar, así que en cuanto dieran la señal de ataque saldría corriendo hacía él. A diferencia de otras veces todos verían como escapaba, así que fui más inteligente y corrí a una velocidad media hacía el enemigo, cuando la melé me adelantó, me metí en el bosque, esperando que nadie me viera.
Desde el bosque pude ver como la primera fila de batalla fue incinerada por un arma extraña que expulsó una bocanada de fuego, algo que me hizo correr un poco mas adentró del bosque. No demasiado tendría que volver al campo de batalla una vez hubiéramos ganado.
Para mi asombro había un pequeño camino que dirigía a una casa, en la entrada había un pequeño huerto de tomates y calabazas. Una joven campesina sesgaba ese huerto con mucho esmero. Era bellísima, tenía una melena rubia que le llegaba hasta la cintura, unos ojos verdes como un diamante, una figura esbelta con una gran cintura, un busto bastante respetable sin llegar a ser una exageración, cosa que le quitaba puntos y una piel morena echa día a día del sol de la mañana.
La chica estaba muy sorprendida al verme, sabía que hoy se originaría una batalla, pero ver a un caballero con su armadura, su espada y su escudo caminar por su casa, le sorprendió bastante. Al menos eso me dijo, yo le dije algo para que riera y así ganármela: "Mas sorprendida estarías si fuera del ejercito de Mushin". Ella rió y me invitó a entrar a su humilde hogar.
Una casa bastante acogedora sin demasiada ostentación, como quería disfrutar aún mas de mi rato allí, decidí cortejarla. En esta época de guerras lo que mas atrae a una chica es la protección, por lo que me decidí a inventarme una pequeña historia que os transcribiré tal cuál le conté:
"Es cierto que debería estar peleando por nuestro bello país, pero cuando me enteré que cerca del lugar vivía una bella joven, no pude evitar hablar con mi general el cuál se negó, a que viniera a protegerla, yo insiste en que el deber de un caballero es defender a los hombres y mujeres de su nación. El general tras deliberar un poco entendió que mi deber como caballero de nuestra nación era defender a la joven que vivía en el bosque. Me mando marchar en pro de defenderla por cualquier circunstancia que la batalla podría ocasionar".
La chica al ser una campesina humilde y analfabeta, calló en mis garras de noble caballero. Tras un par de momentos en el paraíso, oí gritos y tras asomarme por la ventana de la habitación pude observar como un soldado de mi ejército huía mientras una flecha era impactada en su espalda. Parecía que habíamos perdido y es más un grupo de 5 soldados del ejercito de Mushin se acercaba a la casa.
Asustado inste a la chica a que me dijera si tenia ropa de hombre en la casa. La chica sorprendida al ver mi reacción intento ver por la ventana a lo que no la deje e insistí sobre la ropa. Me comentó que la única que había era la de su viejo padre, que en paz descanse.
Corrí hacía donde me dijo que se encontraba y tras quitarme la armadura y esconderla bien, me puse la ropa mas vieja y gastada que vi. Tras eso cogí la hoz con la que la chica estaba sesgando la hierba y salí con aire despreocupado hacía fuera, soy buen actor. Los soldados al verme me empezaron a indicar que querían todo lo de valor. Yo me hice el sorprendido y les aseguré que lo poco que tenía podían llevárselo sino le hacían nada a mi mujer.
Como pensé los soldados estaban bastante sedientos del amor que ofrece una mujer así que entraron los 5 a por ella, me imaginó que hacer lo que hice yo, pero mediante unas formas mas hostiles que las mías.
Decidí coger el caballo de uno de ellos y huir por el bosque, no tenía hambre ya que la chica me había dado algo de comer. Así que podría estar cabalgando durante bastante tiempo sin necesidad de buscar comida. Tras unas 3 horas cabalgando ya estaba cansado y el bosque no parecía tener fin, así que paré cerca de un río.
Me bañe en el mismo y registré las alforjas del caballo. No había mucho de valor solo un libro de la religión de su país el cuál use para hacer una hoguera, una pequeña daga y algo de comida. De repente un hombre de aspecto sucio y bastante viejo se me acercó sigiloso por mi espalda.
Sin decir nada se sentó a mi lado y acercó sus manos en el fuego. Llevaba una espada y parecía más fuerte que yo, así que no le dije nada, tras un rato se me giró y me dijo abiertamente:
-Este fuego atraerá a los Mushinianos de los que huías.
Esto me preocupó, ¿estarían detrás de mí?, ¿como habrían seguido mi rastro?, ¿podrían conocer este bosque?. Pero no era por eso exactamente. El ermitaño me comento que el humo se vería en el cielo y sabrían mi localización exacta en bastantes kilómetros a la redonda. Aunque lo que decía me parecía brujería, decidí montarme en mi caballo, dándole las gracias por el avisó.
A lo que esté sugirió, que podríamos hacerles frente. La verdad que no tenía ni idea de como él sabía de los soldados y como pensaba plantarles frente. Pero si tenía una cosa clara, yo prefería evitar un peligro innecesario, por lo que le dije que le agradecía su oferta pero debía marcharme por motivos urgentes que nada tenían que ver con lo hablado.
No me creyó y hacía bien pero no me gustó que se pusiera frente al caballo obligándome a girar bruscamente para evitarlo. Tras unas dos horas cabalgando mas o menos, salí del bosque llegando a un claro, el pueblo mas cercano, parecía aun lejos. Así que decidí acampar y como entre la alforja había algo de papel y una pluma, decidí escribir esté relato.
Lo que me preocupa es si se ha perdido la batalla, se me tendrá por muerto o por exiliado. La duda me corroe pero prefiero dormir ya, el día ha sido duro y la aventura del mañana parece aún mas peligrosa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario