miércoles, 30 de abril de 2008

Hotel el juego de las estafas inmobiliarias

Este post debía haberlo subido el sábado, pero me dio pereza y en fin aquí viene.

En una partida del Hotel no hay amigos, solo pequeños aliados a los que traicionar en el momento idóneo, una ayuda en el momento inicial puede dar favores más adelante.

La partida del Hotel comenzó medianamente bien, aunque Kiba parecía coger la delantera, tras hacerse con el fukuyama y el letoile, la partida parecía doblarse a su favor. Yo a duras penas había conseguido el President y tenía un par de edificios, pero a él la suerte le acompañaba y empezó a caer en las casillas de edificio gratis como si un malvado Dios le diera esa fortuna a cambio de extraños favores.

Tabares se había echo con el Royal y comencé a hacer tratos poco legales con él. Como no cobrarle a cambio de favores más adelante, así por consiguiente no ocupo entradas del president, dejándose llevar ocupo todo el terreno del waikiki, provocando que nadie lo comprará.

Con suerte pude comprar el boomerang, consiguiendo que el fukuyama fuera más inútil de lo que ya era.

Al hacerme con el Taj Majal y kiba con el safari, las tablas parecían sobre la mesa. Kiba y yo éramos los amos de la partida, mientras que Tabares solo tenía el royal para subsistir. La balanza se inclino a mi favor cuando kiba sin dinero para pagarme en el president, tuvo que subastar o "negociar", a cambio de pedirle el fukuyama, se vio mermado y la partida continúo. Cayendo donde Tabares tuvo que darle el safari y ya poco le quedaba.

Entonces Kiba tuvo que pagarme, como dinero no le quedaba, abandono el juego y le regalo el letoile a Tabares, algo que me pareció poco ortodoxo ya que tenía que pagarme a mí. Tras un par de turnos donde caí varias veces en el royal, le exigí a Tabares una subasta del letoile que era lo justo ya que Kiba tuvo que pagarme. Tabares acepto y me pago a mí tras la subasta 2000, era poco pero me parecía lo justo.

La partida parecía haber dado una vuelta de mil revoluciones, Tabares parecía ganar, yo no paraba de caer en sus casillas y poco a poco fui quedándome sin dinero.

Pero entonces como un la luz cegadora, por una suerte del destino durante una vuelta no caí ninguna vez en sus entradas, ya no había ingresos por parte del banco ya que solo quedábamos dos jugadores, la partida parecía eterna, yo estaba evitando sus entradas y Tabares caía en las que menos tenía que pagar.

Quedándose a veces solo una noche. Pero el destino me sonrió y cayo en el president, tras sacar un 6 tuvo que pagarme todo su dinero, dejándole arruinado.

¡¡¡La Victoria es mía!!!

-¿Nos echamos un Monopoly?
-Primero vamos a comer que me muero de hambre.
-Siii... patatas fritas, siiii

Continuara....
o no... que en el monopoly gano Kiba y no me apetece contarlo.

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